Algunos elementos
“Tiemblo
cuando la gente llama pornografía a lo que le parece demasiado real”. Joyce
Greller, the East Village Other, New York, diciembre 15, 1966
“El
propósito del arte es disparar la imaginación. El de la pornografía, mantener
la atención anclada en la carne. En el
momento en que la imaginación entra en juego, la pornografía se convierte en
imposible.” – Anthony Burgess
“La
pornografía es el lenguaje masivo que inunda los sentidos. Es exceso contra lo establecido y de alguna
manera, rebelión contra las censuras. un desborde de la imagen, dominio de lo
genital en donde quien ve, es seducido/a por lo obsceno pero también por lo
prohibido. La imagen del sexo masculino
y femenino se vuelve juego que repite e insiste en lo real del sexo.
Pornografía
es un producto de consumo masivo orientado a la estimulación sexual de quien lo
recibe, según una lectura tradicional.
Según otra lectura, la pornografía es el arte de los pobres, “y como se
supone que los pobres son pobres materialmente, pero también de espíritu, la
pornografía apela siempre a una imaginería ramplona y monótona, (…). Del mismo modo que la televisión ofrece
imágenes pobres para un público concebido como uniformemente pobre, al menos en
lo que se refiere a sus capacidades intelectuales, la pornografía (cuyo
desarrollo, no hay que olvidarlo, es paralelo al de los géneros televisivos)
ofrece imágenes pobres para un público concebido como libidinalmente pobre.” –
Flavia Puppo, Mercado de Deseos.
Lo
íntimo se vuelve obsceno en una sala de cine, en una revista, en un
teatro. Lo pornográfico es un territorio
de interdictos expuestos al público por una cámara, por un ojo artificial que
cuenta y descubre lo que todos sabemos pero temíamos exponer.
Según
el checo Ian Mukarovsky, solamente el predominio de la función estética asegura
la permanencia de los objetos o los fenómenos al dominio estético denominado
erotismo. “Este predominio jamás es estable;
puede cambiar de valor, confundirse con la norma estética existente y ya no ser
percibido como dominante: otras funciones (practicas o instrumentales) pueden
entonces prevalecer, y el objeto o el fenómeno pierde provisoriamente su
función estética(…). El principio de
placer descansa sobre cambios ambiguos en los que el sentido y la significación
son suficientes e inacabados. Milan Chumsky,
Esthéticité, érotisme et pornographie, Revue d’ Esthétique, Paris 1978
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